Exe Plaza Delicias***

En esta entrada voy a comentar mi experiencia en el Exe Plaza Delicias. Un hotel de tres estrellas que he utilizado en aquellas ocasiones en las que al día siguiente debía recoger a algún compañero que venía a Zaragoza en el AVE.

Y es que si os fijáis en la ubicación, está justo detrás de las estación de las Delicias.

Es, sin embargo, un hotel con el que me he ido desencantando cada vez que vez que voy, básicamente porque he visto más hoteles por ahí con los que puedo compararlo.

Suelo aparcar en la calle. Todas las veces he aparcado relativamente cerca. Si haces la reserva llamando no te entra el parking y te cuesta 12 euros. Si la haces por la web te dan el parking gratis.

Sobre el hotel, lo primero que tengo claro es que la habitación individual con desayuno incluido por 60 euros roza casi el atraco. Y es que la habitación parece casi un zulo.

La cama está casi embutida entre las dos paredes


A los pies de la cama se encuentra un mini escritorio con donde apenas cabe el ordenador


Si encima vas con 3 bolsas como yo, la de la ropa de correr, la de la ropa de calle y la mochila del ordenador, para intentar ir de la cama al baño, aunque el trayecto es muy corto, te toca ir dando saltos.

Pasemos al baño.

Tiene un alicatado de baldosas azules con aspecto plasticoso que parece que siempre esté mojado. Es pequeño, acorde a la habitación.


Te ponen una única toalla. Vale que la habitación es individual, pero agradezco, y así me suelo encontrar en casi todos los hoteles, dos toallas. Si me da tiempo a salir a correr antes de cenar pues te duchas. Al día siguiente por la mañana, siguiendo nuestro conocimiento profundo en toallas, puedes decidir si la toalla va aguantar ser usada de nuevo o bien no da más de sí y usas la segunda.

En esta ocasión, el gramaje de la toalla era reducido y reusar la toalla  no era lo más placentero (aunque tampoco era un drama).

Otro detalle del baño es sobre lo pegado que está el retrete a la pared. Hasta el punto que casi te puedes comer, cuando estás allí ubicado, el porta rollos.


Para alguien así grande y anchote podría ser un verdadero incordio.

Otro tema crítico ha sido la wifi. Esta vez no ha sido por la contraseña en sí, sino porque no se me conectaba el ordenador. Bueno, si se conectaba a la wifi pero no tenía internet. Me tocó bajar a recepción con el hotel y me explicó un truco para estas situaciones. Se ve que debía poner en el buscardor la página web del marca (el diario deportivo) y no sabían porqué, pero la gente podía disponer de internet. 

Yo no entiendo de estas cosas pero confío en que algunos de vosotros, queridos lectores tecnológicos, nos podréis aclarar este tema con vuestros comentarios.

Como llegué al hotel con cierto tiempo conseguí salir a trotar por Zaragoza.


Tenía tan buen recuerdo de la salida running que realicé cuando me alojé en el Ilunión Romareda que quería repetirla en cierto modo, así que salí del Exe Delicias en dirección al campo de futbol. También reconozco que ya me iba bien este camino porque quería asegurarme que el sitio donde quería ir a cenar estuviera abierto y me pillaba de paso.

El tramo del parque es maravilloso. Luego reconozco que la bajada desde el parque hasta el Ebro, aunque tiene tramos divertidos, el itinerario está cortado con muchos semáforos y vías principales con mucho coche.

La zona donde se recorre el Ebro siempre está bien y los dos últimos km hasta la vuelta al hotel son un puro trámite. 

La salida también se ha visto afectada por el fuerte vendaval que azotaba Zaragoza.  

Al volver de correr esos 14 km a la habitación es donde me percato del valor de disponer en la habitación de más espacio para poder realizar estiramientos con tranquilidad.

Tras la ducha y ese primer uso de la toalla voy a por la cena.

Si hay algo por lo que merece ir a este hotel es porque relativamente cerca puedes, dándote un paseo de 10 minutos andando, ir a cenar a la tasca la ultramarina.

Oye, que bien he cenado ahí las veces que he ido. Si bien es un sitio que se disfrutaría a tope yendo en compañía, darse el paseo para degustar cualquiera de las propuestas del local, es un caprichito que me permito cuando vengo a este hotel. Y si tengo ganas de conversación, Adrián (creo que se llama así el que lo lleva, y si le he cambiado el nombre le pido perdón) siempre me da coba un rato con cualquier tema que surja. En la ultramarina hay de todo, yo suelo salir cenado y resuelto por unos 35 euros. En esta ocasión 3 croquetones de diferentes sabores, una ración de Cazón Adobado y unos Callos, acompañado con 3 copas de vino blanco. Se sale un poco del presupuesto estándar de cena, pero lo dicho, es un caprichito. Además me da un bomboncito de chocolate para el camino de vuelta al hotel.

La noche la dormí sin pena ni gloria, lo que ya está bien. Segundo uso de toalla, es lo que hay,  y a por el desayuno. Es de esos completitos. Un plato con embutidos, unos huevos revueltos, zumo, bollería y café con leche son el cierre para esta estancia en Zaragoza.

Las puntuaciones:

Aparcamiento: 7

Recepción: 8

Habitación: 5,5

Baño: 5,5

Cena: 9

Experiencia Sueño: 7

Desayuno: 7

Promedio Hotel: 7

Experiencia Running: 7,5

Puntuación Hotel Running: 7,3

 

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